Extraño la voz de mi abuela en mi casa
Un sentimiento de paz y de compasión
Sus ojos sabios siempre vigilando mis locuras
Su bondades ablandaba mis berrinches
Extraño el árbol de mango en mi patio
Fruta suculenta que complacía mi hambre
Una fruta que mis abuelos habían plantado
Que en los domingos era nuestro oro
Extraño esas tierras tibias en cual nací
Montañas, volcanes, y playas tranquilas
La piel agrietada de mi gente trabajadora
Y la sonrisa del dueño de la tienda en la esquina
Extraño a primos chaparros y altos, gordos y flacos
Los tiempos en cuales en casa jugábamos
Esos desayunos de tortilla, frijol, y arroz con ellos
Nuestros cúmplanos con pastel, piñata y Coca Cola
Con amor hasta que nos veamos otra vez
Te extraño, mi casa.